25 años dela invasión

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LA PRENSA SÁBADO 20 DE DICIEMBRE DE 2014

COMANDO. El general Marc Cisneros, jefe de las tropas de Estados Unidos, conversa con los periodistas. LA PRENSA/Archivo

TESTIMONIO. El periodista Manuel Álvarez Cedeño relata a productores de documentales su experiencia sobre la invasión de diciembre de 1989. LA PRENSA/Archivo

varon el dinero que había en la caja, así como los comes- tibles y hasta el licor que allí se vendía. Nos asomamos cuidadosamente por una ventana y, en efecto, pudi- mos observar el acarreo. Afortunadamentenoma- taronanadie.Durante todos esos días, agrega nuestra en- trevistada, hasta el 26 de di- ciembre, fue difícil llegar a la oficina, tenían temor y sa- bíanqueel peligroacechaba. Semovilizaban a pie. “Miautolodejéencasayle quité el rotor, por si acaso los ladrones quisieran llevárse- lo. Tambiénhuboproblemas con las comunicaciones, so- bre todo en las líneas tele- fónicas. En la redacción re- cibimosmuchas llamadasde medios internacionales que solicitabaninformacióndelo queacontecíaenPanamá,así que el trabajo se multiplica- ba.Enelperiodismosiempre nos difundimos los sucesos mundiales y, obviamente, de los nacionales, por lo que en ciertamedida los periodistas estamos acostumbrados a ver los horrores de la guerra, pero nunca pensé que lo vi- viríaenPanamá.Hasidouna de las experiencias más im- pactantes quehe tenido enel ejercicio del periodismo, ya que en 1968, cuando sucedió el golpe militar en nuestro país, todavía era una niña que no comprendía el acon- tecimiento”. Paraotrosperiodistas, co- mo los estadounidenses, la cobertura de la invasión no fue tan difícil. Durante la in- vasión, los generales esta- dounidenses permitieron a periodistas de su país estar en “sitios privilegiados” para presenciar–endirectoyaco- lor– una campaña bélica. Barbara Trent, directora del documental The Pana- má Deception ( El engaño de Panamá) , premiado por laAcademia en 1992, afirmó que “los medios norteame- ricanos fueron simples ma- rionetas de una campaña militar”.

INFIERNO. Las bombas de los aviones del Ejército invasor se ensañaron contra El Chorrillo. LA PRENSA/Archivo

Lissette Carrasco (hoy viuda de Eloy Aguilar y entonces periodista de Acan–Efe), te- nían el presentimiento de que algo iba a ocurrir. Mien- tras apostaban a sus profe- cías, se reunieron en el apar- tahotel Plaza para disfrutar de unos chiles con tequila. Así por lo menos la invasión no los agarraba “tan tristes”. Según Aparicio, la noche del 19 de diciembre TVN-2, “controlada por civiles alia- dos a militares” transmitía las claves o alertas de los Ba- tallones de la Dignidad (ci- viles armados por las Fuer- zas de Defensa comandadas por Noriega) y de los llama- dos Codepadi (Comité para laDefensade laPatria yDig- nidad) civiles adoctrinados por los militares. Las claves eranchácara, ardilla, cutarra y soberanía. Las alertas que tenía el ejército de Estados UnidosenPanamáeranalfa, bravo, Charlie y delta. Esa noche (19 de diciem- bre) Aparicio, Aguilar, Lis- sette y Julio decidieron ir a las bases de Howard y Clay- ton. También estuvieron en el restaurante “RincóndeFi- lo” en Veracruz. Compraron cervezas enDiablo. “Al filo del 20 de diciem- bre, cruzamosClayton,hacia Miraflores. No ocurríanada. En un Sunny blanco dimos

la vuelta para regresar a la ciudad y frente a la puerta enorme de metal, a las 12 de la noche en punto, se abre la metálica estructura, se escu- chan sonidos fuertes, es- truendos de motores. Salían helicópteros Apache y Black Hawk rumbo a la capital. Detrás de nosotros una co- lumna de tanques, humvees (vehículo militar multipro- pósitos), camiones con sol- dados. Contamos 50 unida- des de combate”. Ahora lamisión eraman- dar la noticia al extranjero. “Detrás de la maquinaria de guerra, íbamos en el Sunny; hubo llantos, conflictos, miedoa lamuerteentre cua- tro periodistas que solo que- rían informar lo que venía”, afirmóAparicio. Una veintena de soldados visiblemente nerviosos los pararon en Albrook, les re- visaron el auto y les gritaron en inglés “No pasen o se mueren.Levamosapatearel trasero aNoriega”. “Retrocedimos. Nos fui- mos aDiabloydesde tres ca- binas telefónicas transmiti- mos, por más de siete horas, lo que declaraban algunos testigos, los reportes de Ra- dioNacional, RPCRadio y la Radio de la Resistencia que manejaba Bosco Ricar- do Vallarino desde una base

SEGURIDAD. Dos civiles pasan junto a una tanqueta que patrulla las calles del área del Canal de Panamá.

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cuando bombardearon el aeropuerto “Marcos A. Ge- labert”, en Paitilla. Sentí un miedo terrible porque en- tendí que esas balas no co- nocían a nadie, podían lle- garle a los gobernantes, pero también a los gobernados, a los delincuentes y a las per- sonas honradas. Al amanecer, la mayoría llegamosa laredacciónapie, ya que teníamos temor de mover nuestros autos, por- que el pillaje se había apo- derado de la ciudad. Ellos trataron de trabajar, pero era imposible, ya que observaban loque estaba su- cediendo, tanto por parte de las tropas norteamericanas, como por los grupos que in- tegraban los llamados “Ba- tallones de la Dignidad”, por la delincuencia y por otras personasqueenesemomen- to dejaron aflorar sus procli- vidades por el robo y saqueo. “A eso del mediodía, llegó uncompañero, apie, porque unos “batalloneros” le des- pojaron de su automóvil. Otros narrabanacercade los cadáveres que habían visto en la morgue del hospital Santo Tomás. De pronto, nos dijeron que los ladrones habían lle- gado en un camión a un pe- queño negocio que estaba cerca de las oficinas donde trabajábamos y disparando con armas de alto calibre rompieron las paredes de vi- drio del local, amedrentaron a los trabajadores y se lle-

militar de Estados Unidos”. “Al día siguiente Diablo fue invadido por las tropas norteamericanas. Los me- noresde 15años arrestados y nosotros a buscar cómo salir de la zona en medio de es- porádicos combates. Miles de residentes de El Chorrillo huían de la destrucción y los incendios”, agregó Aparicio, director de los periódicos Metro Libre y Hora Cero y editor de Enmayuscu- la.com. La invasión afectó a todos los periodistas. No solo los que adversaban a Noriega sufrieron los embates del conflicto, los que trabajaban para la gobiernista Editora Renovación (ERSA) tam- bién pasaron sus páramos. Unaperiodistaque traba- jabaparaERSA, que pidió el anonimato, admite que a 25 años de la invasión, todavía lo siente como un trauma, que afectó en esos momen- tos y posteriormente a quie- nes ejercían el periodismo, ya fuera en losmedios afines al gobierno de turno, en los medios de oposición y en otros queno se identificaban directamente con ninguno de los dos bandos. “Desde lamedianochedel 20 de diciembre vivimos la tragedia. Nos comunicába- mosvíatelefónicaconlosco- legas para intercambiar in- formación. Pude observar desdemi balcónelmomento FUEGO AMIGO

* AL LLEGAR AL LOCAL DEL ANTIGUO RESTAURANTE MISTER POLLO, EN LA VÍA RICARDO J. ALFARO (TUMBA MUERTO), SE ESCUCHÓ UN ESTRUENDO: EL CUARTEL CENTRAL HABÍA VOLADO POR LOS AIRES.

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