25 años dela invasión

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LA PRENSA SÁBADO 20 DE DICIEMBRE DE 2014

‘Que reconozcan DEMOCRACIA. Guillermo ‘Billy’ Ford enfrenta a un batallonero y protagoniza una imagen que sintetiza la brutalidad del régimen de Noriega. LA PRENSA/Archivo a losque combatimos’

■ No todo batallonero era un mercenario a sueldo. Guillermo ‘Tato’ Ledezma, exmiembro de la Brigada de la Dignidad, en un intercambio epistolar con una periodista, rinde un testimonio sobre los hechos que sucedieron hoy, hace 25 años.

TANIA FERNÁNDEZ P. tfernandez@prensa.com D esde aquellos tiempos violen- tos nunca he de- jado de entrenar- me, pues los gringos pueden volver en cualquiermomen- to. Y yo me enlistaré tantas veces como sea necesario y tenga fuerzas. O tengamos que hacer otra clase de gue- rrilla cualquier día. Yoestuve los tresdíasdes- de el 9 enero de 1964 tirán- dolespiedrasa losgringosen los predios de la actual Asamblea Nacional. Allí prometí que la próxima vez que nos agredieran les iba a tirar bala. Yo no estaba equi- vocado: yo soy antiimperia- lista, antioligarca y antimi- litar. Soy ácrata y agnóstico. Los gringos sabían quién era yo, y de hecho me bus- caron desesperadamente después de la invasión, pues fui el único comandante que ni se entregóni pudieron co- ger. El comandante en jefe del Ejército Sur de Estados Unidos, Marc Cisneros, de- cía que yo era un patriota idealistayque temíanque yo armara una guerrilla. Tenía 44 años y 4 hijos cuandome involucré en la brigada que estaba formándose espontá- neamente. Fui porque me lo había prometido a mí mis- mo en 1964. LaBrigadadelaDignidad tenía su propiomando, pero eravigiladamuydecercapor cada cuartel militar. Cada batallón tenía un coman-

dante civil y varios instruc- tores de las Fuerzas de De- fensa, además de muchos “sapos” internos. Había tres comandantes a nivel nacional, dos civiles y un militar retirado. Los ba- tallonesrecibíanpatriotasde todos los estratos sociales. Y también los infiltraron con maleantesydelatores.Había que ser muy astuto y estra- tega para actuar como diri- gentedelaBrigadadelaDig- nidad. Sobre todo si no eras proclive a losmilitares. Nosotros entrenábamos dirigidos por sargentos y ca- bos al mando de un subo- ficial.Algunosbatallonesen- trenabandentro de los cuar- teles. Otros, por fuera. Pero todos bajo mando mili- tar–civil, porque cada bata- llón tenía su planamayor. “ ELLOS SE ENTREGARON, YO NO. MI PLAN ERA RESISTIR UNOS CUANTOS DÍAS PARA QUE AMÉRICA LATINA REACCIONARA. ¡QUÉ ILUSIÓN!”.

REFLEXIÓN. El comandante que hizo un video con el general Paredes y el dictador, y que años después luchó, cayó y volvió a levantarse. Dice que nunca se entregó. LA PRENSA/Ricardo Iturriaga

Eran dos brigadas: una norieguista, prohijada por las Fuerzas de Defensa, y otra que yo comandaba co- mo jefe del Estado Mayor. Estasesaliódeloscuartelesy empezó a exigir un entrena- mientomilitar acorde con la situación en ciernes. Nunca se habló de planes de contingencia, aunque yo sí los había diseñado, y les pedíalosotroscomandantes que hicieran lo propio. De hecho, ellos se entregaron, yo no. Mi plan era resistir unos cuantos días para que

reaccionaraAméricaLatina. ¡Qué ilusión! El 20 de diciembre de 1989 terminaba de leer La paciente impaciencia , de Tomás Borge. Cerré el libro a la s12:45 a.m.,cuandoexplotó la primera bomba. Tenía mi mochila lista desde hacía va- rias semanas porque yo pre- sentía que nos iban a invadir. Entróa esahorauna llamada de Roberto Bobby Cedeño, amigo mío. “¡Hey!, Tato: ¿Qué pasa?” “¡Que nos inva- dieron! Tas auebao ”. Le di un beso a Leslie y me fui. Ella

sabía que eso iba a suceder. Salí hacia San Miguelito. En el camino recogí a Thompson, con rango de se- gundo comandante. Llega- mosalcuarteldelaZonaMi- litarcomoala 1:20a.m.Todo era un caos allí. Nos habían asignado un rifle T–65, con número de cédula de por medio. Pero todo el mundo cogía armas. Toméelmíoy lequitéaun cabo una bolsa con cargado- res. Daniel Delgado Dia- mante me dijo: “¡Váyanse a sucuartel!”.Me fui al estadio

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